El pasado 14 de Mayo EEUU anunció el despliegue de 200 marines en Sicilia como “una respuesta a la crisis que vive Libia”. El despliegue fue realizado a petición del Departamento de Estado, que insistió en que no había una amenaza específica ni un plan inminente para evacuar la embajada estadounidense en Trípoli. Justo cuatro días después el general Jalifa Haftar y su autoproclamado Ejército Nacional Libio atacaron Trípoli, tomaron el Parlamento y anunciaron su intención de “purgar” la nación de grupos islamistas, comenzando por los parlamentarios de esa ideología.
Se trató del segundo intento de golpe del general Haftar este año y parece ser que esta vez existen mayores probabilidades de éxito que en el anterior de febrero, que terminó en fiasco y que consistió en una simple declaración televisada donde el general afirmó que se hacía cargo del poder. El despliegue estadounidense al mismo tiempo que tenían lugar los sucesos de Trípoli no puede ser visto como una “casualidad” y sugiere que las últimas actividades de Haftar no han supuesto una sorpresa para la administración estadounidense.
Conexiones estadounidenses de Haftar
El general Haftar inició su carrera militar como estrecho aliado de Muammar al Gadafi, pero cambió posteriormente de bando cuando fue capturado durante la intervención de las tropas libias en el Chad en los años ochenta. Liberado por la intervención de EEUU, él se convirtió en un líder militar del Frente Nacional para la Salvación de Libia, una facción opositora a Gadafi apoyada por la CIA.
La toma del poder en el Chad por un aliado de Gadafi, Idriss Deby, llevó a la evacuación del país de los miembros del FNSL por parte de la CIA y Haftar se instaló en Washington, donde vivió hasta 2011, cuando tuvo lugar la rebelión en Libia y la intervención de la OTAN que derrocó a Gadafi. Haftar no desempeñó ningún cargo de importancia en la Libia post-Gadafi, a pesar de su pretensión de ser el líder de los militares libios.
Eventualmente, el general fundó el Ejército Nacional Libio, sin conexión con el ejército oficial del país. El ataque contra Bengasi del pasado viernes fue criticado por el gobierno libio, que envió al Ejército libio oficial a los alrededores de la ciudad para impedir que cada lado llevara más refuerzos a la batalla.
Más tarde, las fuerzas de Haftar marcharon sobre Trípoli y el domingo tomaron el Parlamento y el Aeropuerto. Él declaró la suspensión del Parlamento afirmando que éste se había convertido en un bastión de los islamistas. El nuevo primer ministro, Ahmed Maltiq, está apoyado por varios partidos de esa ideología. Haftar se ha vanagloriado en el pasado de contar con el respaldo estadounidense. Según el sitio israelí Debka.com, él ha recibido apoyo de varias entidades estadounidenses, que le suministran fondos y datos de inteligencia. EEUU teme la expansión de diversos grupos terroristas en Libia, como Ansar al Sharia y otras milicias y puede considerar que Haftar tiene un papel que jugar en la lucha contra ellos.
El general ha logrado adquirir helicópteros de ataque y artillería con los que su ejército atacó a las milicias islamistas. También dispone de misiles tierra-tierra Grad, armas antiaéreas montadas sobre camiones y morteros. Con este armamento fue capaz de infligir duras pérdidas a las milicias contra las que combatió en Bengasi. Sin embargo, las actividades de Haftar podrían dar lugar a una guerra civil en el país contra el gobierno de Maltiq.
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